Agro: el plan que no era plan

SALVADOR CAMARENA

La nueva crisis inflacionaria y de alimentos le ha dado la oportunidad a López Obrador de meterse a un terreno para trabajarlo electoralmente

En el arraque de las “Jornadas de producción de autoconsumo”, ocurrido en Guadalupe, Nuevo León el viernes al mediodía con la presencia de Andrés Manuel López Obrador, la funcionaria más aplaudida fue la secretaria del Bienestar Ariadna Montiel.

Ese hecho no debiera sorprender. Es indicativo de que este programa gubernamental, que es presentado como parte de las medidas para atacar la inflación, obedece a una lógica asistencialista antes que de productividad agropecuaria. Y quienes estaban el viernes en el evento –básicamente agrónomos del gobierno— entienden eso muy bien.

Porque el presidente López Obrador nunca cambia de partitura. Ni siquiera en medio de la tormenta por la inflación. Para él la receta es apoyos directos a los más pobres, y sacarle jugo político a esas ayudas.

Andrés Manuel usará algunas de las medidas del llamado Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) para reforzar su discurso y su política de atención a los más necesitados. Y en el mejor de los casos, los apoyos anunciados para los agricultores ayudarán al autoabasto de los mismos, mas no aumentarán la producción de granos en un volumen tal que la oferta nacional crezca y eventualmente haga que los precios de productos agrícolas bajen. Esto último se supone que era el verdadero objetivo gubernamental con el PACIC.

Es uno de los trucos favoritos de AMLO. La nueva crisis le ha dado la oportunidad de meterse a un terreno para trabajarlo electoralmente. Con apenas unas cuantas dádivas, y múltiples giras como las cinco programadas entre el viernes 13 y el domingo 15 de mayo, busca cosechar el apoyo de los campesinos pobres, poco importa que eso no incida en abatir la carestía e incluso en realmente mitigar la marginación de esa población.

En ese sentido y en lo tocante al agro, el plan anticarestía no es plan antiinflación. Es la reconquista de un territorio pero no la corrección de un olvido gubernamental. Es un programa social, no uno productivo. Y por eso aplauden más a la secretaria Montiel que al secretario de Agricultura, también presente en los eventos en que este fin de semana se arrancaron estas jornadas.

Las “Jornadas de producción de autoabasto” se desprenden del PACIC, anunciado la mañana del 4 de mayo en Palacio Nacional. Ese miércoles la buena noticia era lo que no incluía el paquete de medidas. El espantapájaros de las crisis mexicanas del pasado funcionó y el tope de precios no fue uno de los anuncios presidenciales. Empresarios y gobierno se dijeron satisfechos del esfuerzo que harán para tratar de detener el alza de una canasta básica.

Desde ese día, López Obrador ha insistido en un discurso sobre las causas y las soluciones ante la inflación, que está en una espiral que hizo que el Banco de México subiera de nuevo su tasa esta misma semana, para llegar a 7%.

El presidente ha hablado de la guerra en Ucrania como una de las causas de la inflación. Y ha invocado la necesidad de producir más, e incluso de ser autosuficientes en productos agropecuarios para capear el temporal.

Entre otras medidas que incluye el PACIC, se prometen fertilizantes a más campesinos, pues se incrementarán de 5 a 9 los estados en donde se entregue ese apoyo. Esa es la punta de lanza del paquete gubernamental, que según ha dicho el presidente se acompañará del reforzamiento de programas ya existentes como Sembrando Vida, Producción para el Bienestar y el relativo a Precios de Garantía.

Hay que reconocerle a AMLO su consistencia. Esos programas buscan ayudar a la gente más pobre, en este caso la del campo. Pero a juicio de especialistas consultados no van realmente en línea con buscar un sector agropecuario más productivo, y ni siquiera es consistente con lo anunciado por el presidente este mismo viernes, cuando en Nuevo León señaló que con estas jornadas se impulsará “que coman los que nos dan de comer”.

Brindar mecanismos para mejorar el autoabasto puede ayudar a campesinos que han sido relegados del progreso por múltiples gobiernos, incluido decididamente el actual.

Pero López Obrador incurre en falacias deliberadamente. Los que le dan a comer a México son en su mayoría medianos y grandes productores, que han venido ganando competitividad desde los años ochenta; y también nos alimenta la apertura a las importaciones, que si bien es propia de un mundo globalizado hay productores mexicanos que denuncian que las autoridades han permitido el ingreso de productos que por su volumen, coyuntura o mala calidad son atentatorios de la producción nacional.

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